RENOVANDO NUESTROS PENSAMIENTOS

Al final del nuevo testamento, encontramos una carta escrita por el apóstol Pedro a todas las iglesias constituidas y que está llena de una riqueza literaria y espiritual sin fin, se trata de 2 Pedro 1:2-4, y desde mi punto de vista es como un manantial de vida que refresca nuestra alma y no ayuda a ir renovando nuestros pensamientos. En este pasaje, el apóstol nos impulsa a adentrarnos en el conocimiento de Dios y Su Hijo, Jesucristo, pues es a través de este conocimiento que recibimos las riquezas de Su gracia y paz.

Me conmueve profundamente la manera en que Pedro, en su ancianidad y con la sabiduría acumulada a lo largo de su caminar con el Mesías, se dirige a la iglesia con palabras de aliento y exhortación, recordándonos que las bendiciones extraordinarias de nuestro Eterno Dios están disponibles para nosotros, pero debemos abrir nuestros corazones y mentes para recibirlas.

Pedro nos insta a apartarnos de la corrupción y los deseos pecaminosos del mundo, y a buscar la participación en la naturaleza divina a través de alcanzar las promesas de Dios. ¿No es esto una revelación asombrosa? ¡Somos llamados a ser partícipes de la misma naturaleza divina, a vivir en comunión con el Creador del universo!

Sin embargo, esta participación en la naturaleza divina no es un regalo pasivo. Requiere esfuerzo y compromiso de nuestra parte. Se nos urge a añadir a nuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, devoción, afecto fraternal y amor. Estas cualidades no solo nos hacen crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, sino que también nos mantienen firmes y fructíferos en nuestro caminar espiritual.

RENOVANDO NUESTROS PENSAMIENTOS

Es crucial comprender que este proceso de renovación de nuestros pensamientos no se trata simplemente de cambiar nuestra forma de pensar, sino de sumergirnos en la verdad revelada en las Escrituras y permitir que transforme nuestra vida cotidiana. No se trata solo de recitar versículos bíblicos, sino de internalizar su significado y vivir de acuerdo con ellos.

Una parte fundamental de esta renovación de la mente es aprender a discernir entre lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, digno de elogio y lo que no lo es (Filipenses 4:8). Esto implica ser selectivos con lo que permitimos entrar en nuestra mente, ya sea a través de la televisión, las redes sociales o cualquier otra influencia externa.

En lugar de saturar nuestras mentes con las negatividades del mundo, debemos llenarlas con la verdad y la bondad de Dios. No podemos permitir que las noticias desalentadoras y las imágenes perturbadoras definan nuestra perspectiva de la vida. En cambio, debemos centrarnos en las promesas de Dios y en el poder transformador de Su Gracia en nuestras vidas, ya que nos conducirá a un crecimiento sin limites.

Es fundamental recordar que somos coherederos con Cristo de todas las bendiciones espirituales y que nada puede separarnos del amor de Dios que se revela en Yeshúa nuestro Señor (Romanos 8:38-39). Con esta verdad arraigada en nuestros corazones, podemos enfrentar cualquier desafío con valentía y esperanza, sabiendo que somos más que vencedores a través de aquel que nos amó y que mientras continuamos nuestro viaje de fe, debemos mantener nuestras mentes renovadas en la verdad de Dios, vivir en la plenitud de Su gracia y aferrarnos a Sus preciosas promesas.

Es mi oración que cada pensamiento y cada palabra en nuestra mente y corazón sean guiados por el Espíritu Santo, para que podamos ser testigos vivientes de Su amor y Su poder transformador en medio de un mundo necesitado. ¡Que la paz y la gracia de nuestro Dios y Mesías sean con ustedes siempre!

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