Cómo reconstruir el templo de Dios en nuestras vidas

Para reconstruir el templo de Dios en nuuestras vidas, quiero compartir una poderosa enseñanza que encontramos en el libro de Ageo, capítulo 1, un mensaje que considero de gran relevancia para todos los ciudadanos del Reino, y especialmente para aquellos que se sienten llamados a vivir una vida conforme a los propósitos de nuestro Eterno Dios. Esta porción Biblica nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestras prioridades y el llamado a reconstruir la casa de Dios. En este artículo, quiero hablarte sobre cómo este mensaje se aplica a nuestra vida espiritual hoy, y cómo podemos dejar de posponer la gloria de Dios para vivir conforme a Su voluntad.

El texto bíblico nos presenta una situación en la que el pueblo de Israel, después de regresar del exilio en Babilonia, se enfrenta a un desafío importante: reconstruir el templo de Dios en Jerusalén. Sin embargo, en lugar de enfocarse en esta tarea, el pueblo estaba más preocupado por sus propios asuntos, viviendo en casas cómodas mientras la casa de Dios permanecía en ruinas.

Muchas veces nos encontramos en una situación similar. Decimos: «Voy a servir al Señor, pero primero necesito estudiar, estabilizarme económicamente, o resolver algunos asuntos personales». Sin darnos cuenta, dejamos que pase el tiempo y seguimos poniendo excusas, olvidando que lo más importante es cumplir con el propósito de Dios en nuestra vida.

Dios nos llama a reflexionar sobre nuestras acciones, como lo menciona Ageo en los versículos 5 y 7: «Reflexionen sobre su proceder». Si bien no hay nada malo en buscar mejorar nuestras condiciones de vida, el problema surge cuando estas cosas ocupan el primer lugar, desplazando a Dios de nuestras prioridades.

La bendición de obedecer a Dios al reconstruir

Dios le recuerda al pueblo que, a pesar de su esfuerzo, no estaban viendo los resultados esperados. Sembraban mucho, pero cosechaban poco; Comían, pero no se saciaban; bebían, pero no se saciaban (Ageo 1:6). Este vacío se debía a que no estaban poniendo a Dios en primer lugar. Cuando no ponemos a Dios como prioridad en nuestras vidas, todo lo demás se vuelve insuficiente.

El Señor les da una instrucción clara: «Vayan ustedes a los montes, traigan madera y reconstruyan mi casa. Yo veré su reconstrucción con gusto y manifestaré mi gloria» (Ageo 1:8). Aquí, Dios nos enseña que, aunque las circunstancias no sean las ideales, debemos actuar con lo que tenemos. Él no pide perfección, ni que esperemos a tener todos los recursos. Nos llama a trabajar con lo que está a nuestro alcance y confiar en que Él proveerá

Al pueblo de Israel le faltaban recursos, no tenían los medios para construir un templo tan majestuoso como el de Salomón. Sin embargo, Dios no los estaba llamando a esperar hasta tener todas las condiciones perfectas, sino a actuar en obediencia y fe. Esto tiene una profunda aplicación en nuestras vidas espirituales: no debemos esperar hasta tener todo en orden para servir a Dios. Debemos dar el primer paso y confiar en que Él se encargará de todo lo necesario

Aplicando la enseñanza a nuestras vidas: Restaurando nuestra relación con Dios

Hoy en día, como cristianos, podemos aplicar esta enseñanza en nuestras vidas de manera muy personal. Al igual que el pueblo de Israel, muchas veces encontramos razones para posponer nuestra obediencia a Dios. Nos ocupamos en nuestros propios asuntos, en nuestras metas y ambiciones, y dejamos de lado lo que es realmente esencial: Su voluntad en nuestras vidas.

Nosotros también, al igual que ellos, podemos caer en la trampa de preocuparnos más por nuestro bienestar exterior que por nuestra vida espiritual. Es fácil dedicar tiempo y recursos a embellecer nuestras casas, nuestra imagen, o nuestras carreras, mientras descuidamos el templo interior: nuestro corazón.

Dios nos llama a una restauración espiritual. Nos invita a reflexionar sobre cómo estamos manejando nuestras prioridades y nos desafía a ponerlo a Él en el centro de nuestras vidas. Es un llamado a dejar de posponer la manifestación de Su gloria en nosotros, y a empezar a trabajar en nuestra vida espiritual con lo que tenemos.

Conclusión

El libro de Ageo nos deja una enseñanza clara: no podemos seguir posponiendo la gloria de Dios en nuestras vidas. Debemos obedecer su llamado a reconstruir su templo, que hoy en día es nuestro corazón, nuestra relación con Él. No importa cuántas dificultades tengamos o cuántos recursos creamos tener, lo más importante es actuar en obediencia y confiar en que Dios proveerá todo lo necesario. Dejemos de dar excusas y empecemos a vivir conforme a su voluntad, poniendo siempre a Dios en primer lugar.

Si este articulo ha sido de bendición a tu vida, apoya nuestro ministerio

Scroll to Top