Este día quiero compartir con ustedes una enseñanza crucial para nuestra vida cristiana: «Cómo desarrollar el hábito de la Oración».
¿Qué es la oración
La oración es más que simplemente hablarle a Dios. Es un acto de comunicación en el que no solo le expresamos nuestras necesidades y deseos, sino que también abrimos nuestros corazones para recibir dirección divina. Al igual que en cualquier relación humana, la comunicación debe ser bilateral. Si solo hablamos sin escuchar, entonces no estamos desarrollando una comunicación en el sentido pleno, seria en todo caso un monologo.
A menudo, nos comportamos como aquel que habla sin parar, esperando una respuesta inmediata, pero la verdadera oración implica perseverancia. A veces, sentimos que Dios no responde, pero en realidad, Él está esperando que afinemos nuestros oídos espirituales. Es en esos momentos de espera, de meditación, cuando nuestro Creador puede llegarse a nosotros para direccionarnos, dirigirnos. Por lo tanto, es de suma importancia permitirle a El que nos hable, esto por supuesto a través de la escucha espiritual activa, de la meditación.
En Efesios 6:18, Pablo nos exhorta a orar en todo momento y a mantenernos alertas. La clave para escuchar a Dios está en estar alertas, no solo durante la oración, sino también en nuestras actividades diarias. Él puede hablarnos a través de una situación, una persona, o incluso un momento de reflexión personal. Estar alertas nos ayuda a reconocer la voz de nuestro Padre Celestial.
La perseverancia
La perseverancia es clave en nuestra vida de oración. La Biblia nos da ejemplos claros de la importancia de ser constantes. En Lucas 11:5-13, Yeshúa cuenta la parábola de un amigo que llega a medianoche pidiendo tres panes. Aunque su amigo inicialmente se niega, su insistencia le lleva a obtener lo que necesita. De igual manera, la viuda que rogaba al juez en Lucas 18:1-8 nos enseña que debemos persistir, incluso cuando no vemos respuestas inmediatas.
Es fácil desanimarse cuando las respuestas no llegan de inmediato. A veces oramos por un trabajo, un ascenso, o la salvación de un ser querido, y al no ver resultados inmediatos, nos rendimos. Pero Dios trabaja a través de procesos, aquello que parece indiferencia del Señor a nuestras oraciones es usualmente tiempo en el que Él está trabajando, a Su tiempo, a Su manera.
La oración
La oración no es solo pedir por nuestros deseos. Es un acto de fe, en el que decidimos confiar en que El Dios Eterno a quien amamos tiene el control, aunque no veamos respuestas inmediatas. Esto lo he experimentado personalmente a través de los años, a pesar de traiciones, falta de colaboración, apatía, Él nunca nos ha abandonado y sin ser dueños de grandes bienes de fortuna, hemos podido llevar a cabo la labor encomendada.
Debemos aprender a depender completamente de Dios. Como menciona la Biblia, nuestros cuerpos no nos pertenecen, fuimos comprados con sangre preciosa derramada en el madero, fuimos hechos hijos de Dios, entonces debemos esperar que nuestro Señor, quien nos compró, tendrá cuidado de nosotros. Cuando entendemos esto, nuestras oraciones comienzan a alinearse con Su voluntad y no solo con nuestros deseos.
Conclusión
Desarrollar el hábito de la oración es esencial para nuestra vida cristiana. No solo nos acerca a Dios, sino que nos permite entender Sus procesos y Su voluntad para nuestras vidas. Perseveremos en la oración, estemos alertas a Su voz y aprendamos a depender completamente de Él. Como ciudadanos del Reino, estamos llamados a una vida de fe, y la oración es la clave para mantenernos conectados con nuestro Padre.
Si este articulo ha sido de bendición a tu vida, apoya nuestro ministerio